A lo largo de estas primeras semanas del máster una de las cosas que más claras me han quedado es que la educación funciona si los centros y las familias trabajan en equipo. Toda persona es enseñable, y para ello es fundamental que:
- las familias no deleguen su responsabilidad en los profesores.
- los profesores sean igualmente educadores.
Como siempre se ha dicho, la educación viene de casa. Y teniendo en cuenta que la familia es el primer gran ámbito en el que la persona se relaciona, no puedo estar más de acuerdo. Hay una serie de valores tan básicos, como el respeto hacia los demás o simplemente escuchar cuando el otro habla, que hay que manejar antes de ir a la escuela. Sí, la escuela también tiene que educar, pero a partir de una base establecida en casa. Supongo que esto está relacionado con el ritmo estresado de la vida: los padres trabajan muchas horas fuera de casa y no prestan atención a la educación de los hijos, así que poco a poco la escuela va recibiendo toda la carga. También entiendo que de la falta de comunicación entre familia y centros se deriva la desvalorización que sufre la figura del profesor.
Por otro lado también hay profesores que llegan a la escuela, hablan y hablan en su clase y con las mismas se van a casa. Desde luego que es la vía fácil y cómoda, pero ¿acaso eso es ser profesor? El docente que actúa así, ¿está seguro de que ha escogido la profesión adecuada? No estoy diciendo que el profesor tenga que ser una especie de policía que conoce y controla al detalle la vida de sus alumnos, pero sí que tiene que entender que está tratando con seres humanos en construcción, con identidad y características propias que deben ser tenidas en cuenta.
Creo que sería buena idea incentivar actividades en las que los 3 grandes grupos implicados en la educación se vieran obligados a participar: alumnos, familias y profesores. No sé si con más actividades culturales, mayor responsabilidad en cargos dentro del centro, creación de equipos deportivos,...