viernes, 8 de septiembre de 2017

I. La educación prohibida


El primer objeto de análisis y reflexión es el documental La educación prohibida, en el cual se defiende la exploración y el descubrimiento llevado a cabo por el niño como detonante y motor del proceso de educación.

Mediante entrevistas a varios profesionales de la educación de distintos países hispanohablantes, se van abordando aspectos de la escuela tradicional que se son tratados de manera más flexible con métodos como el Montessori, que dota de capacidad de decisión al alumno dentro del aula.

La diferencia más evidente entre ambas metodologías es el concepto del individuo (tanto del alumno como del profesor) y consecuentemente del proceso de educación y del fin del mismo.

El documental gira en torno a cambiar la visión que hay del alumno. Entendiéndolo como un creador único y no como un mero contenedor de conocimientos, se amoldará el proceso de educación al alumno y no él a un sistema establecido. Las dos grandes características del educando a las que se quiere dar el valor que merecen son la humanidad y la condición de ser social: humanidad por ser un sujeto generador de ideas, decisiones, emociones que merecen ser expresadas y tenidas en cuenta como las de un adulto, y social ya que esta liberación de la identidad se produce en grupos que posibilitan el contacto con los demás, respetándolos y valorándolos, puesto que la educación prepara para la vida y no para una empresa.

Para entender así al alumno es preciso que primero cambie el papel del profesor. Él también es hijo de un sistema que le concede la autoridad en el aula, pero dentro de este nuevo planteamiento debe reformarse para comenzar a proponer y dejar de imponer. El profesor evoluciona de controlador a guía.

Al modificar los roles del educador y del educando, cambia necesariamente también el proceso de educación, contexto en el que ambos se relacionan. En primer lugar, la escuela debe liberarse de sus barreras de mentalidad y aceptar que cada alumno es único y tiene capacidades y inquietudes distintas a los demás. Por este motivo, se debe legitimar la autonomía del niño para descubrir en qué campos quiere experimentar. El ambiente ideal en el aula sería el caos constructivo.

A su vez, la finalidad del proceso educativo se ve afectado. Se busca desarrollar habilidades sociales para la vida y no basarse estrictamente en aprender conocimientos. 

No puedo estar más de acuerdo con la necesidad de renovar y refrescar el sistema educativo y hacer del alumno un participante activo y con interés real en ser educado, pero no puedo evitar ser escéptica con el ideal de la variedad de escuelas. ¿Es realmente factible definir una amplia variedad de escuelas en función de las cualidades y que todos sus alumnos sean evaluados en unas líneas de igualdad? 

En unas décadas la educación habrá seguido variando y podremos juzgar si los valores que defiende la película han influido y con qué peso.




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